Ser una docente de apoyo al aprendizaje en Colombia sin duda ha sido un desafío que he emprendido con todo el compromiso y amor, y que me ha traído una serie de cuestionamientos sobre lo qué podemos hacer para promover ambientes más inclusivos en países como Colombia.
Desde mi adolescencia he estado fascinado por la conexión existente entre nuestro cuerpo y nuestros estados de ánimo. Mi punto de entrada a este tema, ya hace más de 25 años, fue el libro El Cuerpo Tiene sus Razones: Autocuración y Antigimnasia de Therese Bertherat. Me llegó en el momento en que más lo necesitaba. En ese entonces no me encontraba en un buen lugar ni emocional, ni psicológicamente hablando. Me sentía desconectado de todo y de todos. Estaba en mi noche oscura del alma y realmente no sabía si algún día iba a poder salir de ahí.
Escribir una entrada de un blog educativo o hablar de procesos de aprendizaje hoy día sin hablar de lo que la pandemia nos hizo reconsiderar no es posible.
El Covid-19 nos trajo a los educadores una nueva etapa de enseñanza, si bien ya hablamos de incluir tecnología en nuestras clases, entendimos que quizás aún no habíamos hecho la tarea completa y que además veníamos con presuposiciones de nuestros estudiantes que no eran ciertas.